domingo, 23 de agosto de 2009

Mis alas volvieron rotas y ya no escriben con tinta de luz...





Con los brazos de la fiebre
que aún abarcan mi frente
lo he pensado mejor.
Y desataré las serpientes de la vanidad.
El paraíso es escuchar,
el miedo es un ladrón
al que no guardo rencor,
y el dolor es un ensayo de la muerte.

En la piel de una gota
mis alas volvieron rotas.
Y entre otras cosas
ya no escriben con tinta de luz.

El paraíso deviene en infierno
y luego se quema.
Y sin que nadie se mueva,
¿quién lo arregla?

Gestado en mis escombros
de pastoso paladar
el disparate del caos
me derroto con palabras de alabanza.

En la piel de una gota
mis alas volvieron rotas,
y entre otras cosas,
ya no escriben con tinta de luz.

El paraíso deviene en infierno y
luego se quema.
Y sin que nadie se mueva,
¿quién lo arregla?]