domingo, 26 de julio de 2009

Sentirse muerto o vivo ¿carece de sentido?

Hace unos días tuve la suerte de escuchar a Hugo Neira hablando sobre cómo se había hecho sociólogo y fue una experiencia maravillosa. Uno de los puntos que tocó, que llamó muchísimo mi atención fue cómo su niñez había estado marcada por el hecho de sentir que no pertenecía. Vivía en una especie de mundo de fantasía dentro de casa y luego salía a la calle y se encontraba con otra realidad. Este sentido de no pertenecer, lo hizo observador y finalmente lo convirtió en sociólogo.

Justamente hablando de esto, empezó a hablar del Zeitgeist, que vendría a ser, "el espíritu del tiempo" en una traducción que no logra hacerle justicia a la complejidad del concepto. Y es que el idioma alemán es un lenguaje muy preciso para transmitir conceptos filosóficos (y sociológicos) complejos. Y me interesó particularmente el tema del zeitgeist, porque el clima cultural dominante es un tema que nos afecta a todos e influye poderosamente en nuestra manera de ver el mundo. Creo (pero claro, esta es una opinión personalísima) que el Zeitgeist de nuestro tiempo es apocalíptico: pesimista, paranoico (sino pensemos en el terror a la gripe porcina) e incluso autodestructivo (el cambio climático, las teorías de conspiración, etc.).

Pero, claro, esta es mi opinión.

Y justamente volvió a mi interés el tema del Zeitgeist porque resulta un tema de investigación interesante en un momento en el cual he estado meditando mucho. Alguien me dijo hace poco "Estás muerta por dentro y por eso te vistes de negro". Me pareció una teoría fascinante, aunque no estoy del todo de acuerdo, me llamó a la reflexión y al autoexamen.

¿Cómo sería mi vida si fuera normal? Obviamente dentro del supuesto hipotético y negado de que realmente exista alguien normal. Haciendo esa aclaración, sigo con mi reflexión.

Me visto de negro. Escucho música considerada oscura, leo usualmente a autores bastante freaks. Por añadidura, me gusta la estética gótica, adoro los murciélagos y los hombres que usualmente me gustan son hombres torturados, conflictuados y llenos de preguntas y rarezas. Efectivamente, soy una freak.

Pero, ¿no sería más fácil llevar una vida feliz, normal y tranquila? ¿No sería más fácil ir a los sitios "de moda", bailar lo que baila todo el mundo, vestirme como viste todo el mundo y ver series light en la televisión como todo el mundo?

Me lo he preguntado estas tres últimas semanas una y otra vez. A veces siento que lo que hago es llevar una doble vida, en donde de día la procesión va por dentro. Y es por ello que me cuestiono si mi hecho de ser workaholic no es una manera de escapar de estas reflexiones.

Y es que cuando llega la noche y me echo sola en mi cama empiezo a preguntarme si vale la pena ser freak o no y ésto me atormenta. Ser freak es quizás, una forma de suicidio social sobretodo en una ciudad como Lima, donde la máxima aspiración de todos parece ser uniformizarse. Lima es una ciudad difícil para quienes somos freaks. Sin embargo, dejar de ser freak sería negar mi escencia, pero tal vez (sólo tal vez), me permitiría ser feliz. Pero inexorablemente, llego a la misma conclusión de siempre: ser como soy me permite sentirme viva.