jueves, 13 de noviembre de 2008

Mis amigos y el camino del Exceso

Es de dominio general que mis mejores amigos son Toño y Lucho. Lamentablemente, tanto ellos como yo tenemos una agenda laboral recargadísima y no podemos vernos más que en contadas ocasiones. Pero esas oportunidades en las que nos vemos y disfrutamos de la compañía mutua son momentos que atesoro para siempre.

Ciertamente, los noventas fueron años de excesos, por lo tanto las largas noches compartidas con ellos en esos años están entremezcladas con recuerdos borrosos por las cantidades de alcohol. Pero siempre quedaba la misma sensación: el placer de la tertulia era lo más importante.

El sábado pasado, de acuerdo al ritual, nos juntamos sonoman, azuluz y yo. Claro, y unas cuantas botellas de vodka. Conversamos, fumamos, reimos. Apocalípticos, hablamos del clásico tema recurrente entre nosotros: ¿cuando se acabará el mundo? Ya varias fechas se han reído de nuestros presagios, sin embargo seguimos tratando de calcular una fecha cada vez que nos juntamos.

Siempre después de nuestras reuniones quedo ávida de ver las películas de las que me hablaron y también ávida de lectura, porque siento que mi alma necesita un poco más de alimento. En pocas palabras, siempre me generan síndrome de abstinencia.

Y justamente pensando en ellos, me volqué una vez más a Blake y a sus proverbios del Infierno. Y es que mis amigos son estrellas, porque siempre irradian luz. Y con mis amigos, las horas de locura siempre serán horas de sabiduría.


PROVERBIOS DEL INFIERNO

En tiempos de siembra aprende, en tiempos de cosecha enseña
y en el invierno goza.

Conduce tu carro y tu arado sobre los huesos de los muertos.

La senda del exceso lleva al palacio de la sabiduría.

La prudencia es una fea y rica solterona cortejada por la incapacidad.

Quien desea y no actúa engendra la plaga.

El gusano perdona al arado que lo corta.

Sumergid en el río a quien ama el agua.

El necio no ve el mismo árbol que ve el sabio.

Aquel cuyo rostro no irradia luz nunca será estrella.

La eternidad está enamorada de las creaciones del tiempo.

A la atareada abeja no le queda tiempo para la pena.

Las horas de la locura las mide el reloj,
pero ningún reloj puede medir las horas de la sabiduría.